Publicidad:


"Seamos comprensivos"

"Seamos comprensivos"

Por José Manuel Giner (redactor de la desaparecida revista Nuevo Basket)


- ¿Os habéis visto alguna vez, de entrenador o de jugador, en una situación como la que se cuenta a continuación? En un lado, o en otro, da igual.

El artículo de José Manuel Giner, de la extinta revista Nuevo Basket, es muy antiguo en el tiempo, pero ¿no os parece que podría haberse escrito anteayer…?
Situación difícil de afrontar la que aquí se plantea. Actualmente, da para muchos debates, pero ya véis que viene de antiguo...

 

 

SEAMOS COMPRENSIVOS

Por José Manuel Giner (redactor de la desaparecida revista Nuevo Basket)


El largo deambular por nuestro suelo baloncestista nos lleva a los “locos” de nuestro deporte a presenciar y vivir hechos y situaciones de todo tipo, y de una gran variedad. 

Sirva este preámbulo para explicar uno de los muchos "casos" de los que todos hemos sido alguna vez testigos presenciales, pero que quedan en el anonimato y por tanto suelen darse con penosa frecuencia.

Me estoy refiriendo al mundillo de la competición en las categorías inferiores, más concretamente aún en el campo escolar y en las primeras edades. 

Imagen que contiene exterior, edificio, suelo, carreteraDescripción generada automáticamenteResulta que en esta parcela que nuestro baloncesto se alojan los personajes más variopintos imaginables. Desde buenos técnicos,-que ven en éste, un campo básico para el futuro, como ciertamente es-, a profanos sin escrúpulos, pasando por jóvenes con ganas de aprender y de enseñar, por "carrozas" anclados en concepciones de antaño, por pedagogos de otras materias que intentan cumplir con más voluntad que acierto y por "rapaces" de victorias con las que saciar su soberbia,-posiblemente en contrapartida a sus frustraciones personales- que omiten las necesidades formativas del niño; un niño que lo que desea es aprender, jugar y divertirse con sus compañeros. Lo cierto en definitiva, es que hay de todo en esta viña nuestra.  

Concretemos pues con un ejemplo vigente uno de los muchos casos que desgraciadamente se dan para esclarecer lo expuesto hasta aquí. 

Resulta que un buen día, por las razones que sean, se te ocurre formar un nuevo equipo con niños o niñas que inicialmente poseen como único bagaje la ilusión. Te inscribes en una competición que crees adecuada, con el epíteto de "novatos", y con apenas diez o doce horas de rodaje se te presenta el primer partido; la noche anterior los chiquillos apenas pueden conciliar el sueño, están expectantes ...

Pero ¡Ay! Más valdría que ese día no hubiera existido. Te presentas en la pista ajena en la que por desgracia te ha tocado ir, y ves a otros chiquillos correteando y exhibiendo sus habilidades con el balón; resulta que aquellos jugadores de doce o trece años, llevan ya tres o cuatro de experiencia. Ante tamaña desigualdad piensas en voz baja: "¡Vaya estreno!; bueno, que le vamos a hacer!; mientras los míos se xvisten cambiaré impresiones con el entrenador contrario", y lo haces, le comentas tus vicisitudes en la nueva empresa, y mientras, el, va asintiendo, dando muestras de comprensión y madurez, pero sólo aparentemente, ya que...

Empieza el encuentro, te meten la primera canasta y ¡Oh! sorpresa, te están presionando ¡Sí, sí! Te atosigan de buenas a primeras y 8,10,15, los puntos van cayendo ante la incomprensión de tus pupilos y de tus propias pupilas que no quieren creer lo que están percibiendo, además el entrenador (?) contrario vocifera exigiendo más y más a sus mentalizados jugadores. El balón no pasa de medio campo, los jugadores tampoco, todo se desarrolla en una pequeña extensión de terreno. En estos momentos el cielo se cierra para ti, piensas en el desconsuelo de tus chavales que reaccionan ante tal abuso de poder con la rabia lógica que genera un hecho como éste; ¿Qué vas a decirles?, ¿Cómo vas a restarle importancia, tratando de endulzarles ese agrio sabor? Te sientes impotente y cabreado al mismo tiempo, es normal. Te viene a la memoria aquello que les dijiste a los organizadores en el momento de inscribir a éste, tu nuevo equipo: "ponednos en un grupo flojito, somos noveles"; y ¡Cómo no!, por qué callarlo, mientas para tus adentros a las personas más allegadas a ese cerebro que está provocando tal desaguisado.

 

Llega el minuto veinte y suena la campana que interrumpe momentáneamente el bochornoso espectáculo presenciado; recapacitas, piensas en retirarte, en no aceptar por más tiempo aquel papel de comparsa burlado, pero no puedes ni debes, hay que sobreponerse; por muchos y evidentes motivos, hay que seguir. 

¡Ah! ¿El marcador? Bien, gracias, 50-0. pero es que el resultado es lo de menos, que más da de cuarenta, cincuenta o setenta. 

 

Lo triste es la forma, no el fondo. Tú habías iniciado a los tuyos con aquello de: "... hay dos partes: ataque y defensa... ", y la verdad es que ni han visto el aro donde debieran hacer lo primero. 

¿Para qué seguir explicando? Una voz en el aire te interrumpe "no haber inscrito a este equipo. Debería haber sido consciente de su potencial" 

 

Discrepas. La competición es fundamental para el ser humano desde su infancia, aunque claro, observada noble y sanamente. 

Además, tú ya pediste que se incluyera en un grupo de principiantes y las preclaras mentes de los prebostes organizativos no atendieron tú demanda, pensando tal vez: "éste, lo que quiere es un grupo fácil para ganarlo todo", nada más lejos de la realidad. 

Pero el tiempo, que dicen que todo lo cura, ha transcurrido y tus muchachos-as han evolucionado; por suerte aquella bofetada a las primeras de cambio fue superada. 

Aquel K.O. primerizo nos sirvió sino para reemprender el camino con mayor ilusión todavía, y quién sabe si os encontrásteis de nuevo los mismos actores, pero interpretando otra historia, con un desenlace muy distinto.



Fotos: @AnevadoP