Había avisado el seleccionador español del peligro de una selección como Hungría, considerada a estar entre las candidatas a medallas en un Europeo de máxima dificultad por la igualdad y dureza de todos los equipos. Y así quedó plasmado desde el salto inicial con un rival que dominaba los aros (13 rebotes ofensivos en la primera parte, 20 en total) y tenía en Dorka una jugadora determinante en ataque (27 puntos). 

 

Las pérdidas de balón de España eran penalizadas por las húngaras y el parcial en contra tras el primer cuarto (20-17) se ampliaba en contra al descanso con un preocupante 40-33. España no era capaz de controlar el ritmo del partido y mucho menos solucionar esos segundos tiros y la facilidad anotadora del rival ponía en serias dificultades la victoria pese a algunas acciones de mérito individuales.

 

Las soluciones defensivas no llegaron tras el descaso y nuevamente la anotación de Hungría mantuvo esos números cercanos a la veintena en cada cuarto. El 59-48 del minuto 30 permitía creer que la remontada era posible pero para ello debía producirse un cambio de guión en un partido con el ritmo dominado por las húngaras. Y así fue porque como un rodillo Hungría siguió triturando la defensa española con la reja Dorka y Reka letales manteniendo ese promedio anotador hasta irse por encima de los 80 puntos mientras que las nuestras no encontraron los caminos hacia el aro – sólo Aina Ayuso y Sofía Galerón - viviendo los últimos minutos entre la decepción de no sólo sumar la primera derrota sino de hacerlo además por un resultado abultado. 

 

Pero lo importante en un campeonato es la capacidad para levantarse tras una caída y todo sigue abierto y por disputar y por lo tanto España está preparada mentalmente para afrontar el siguiente reto, Letonia, en un partido que adquiere especial importancia. Toca descansar, llorar la derrota y apretar los puños para saltar a la pista con máxima y renovada ambición. ¡Vamos!

Miguel Panadés - Comunicación FEB