FRANCISCO RABADÁN / ÁREA DE COMUNICACIÓN FEB
Un partido de cuartos nunca resulta sencillo. Puede sonar a tópico, pero es el enfrentamiento más complicado y donde los matices toman el protagonismo hasta decidir de un lado u otro la balanza. España salió en tromba ante Polonia, bien impulsada por un pabellón municipal de Teguise lleno hasta la bandera. El 14-0 inicial hizo intuir a las nuestras que el duelo se resolvería por la vía rápida, pero ni mucho menos fue así.
Las polacas cambiaron su defensa a zona agresiva y pegajosa en el segundo periodo logrando colapsar el ataque español por completo hasta firmar un parcial de 0-15 para establecer el 26-25. Las malas noticias para las nuestras se acumulaban, ya que la mejor jugadora rival Angelika Stankiewicz no había hecho acto de presencia.
En la reanudación, España comenzó a recuperar su identidad. Comenzó a circular mejor el balón ante la defensa polaca, comenzaron a entrar los triples y se capturaron un buen número de rebotes ofensivo. Polonia, sin embargo, se mantenía viva en el choque gracias al acierto de su segunda unidad. Tanto Julia Drop como Amalia Rembiszewska estaban firmando el mejor partido de su Europeo.
España no se impacientó y como siempre supo esperar su momento. José Ignacio Hernández apostó por poner tres bases acertando de pleno gracias a la movilidad que le dieron al ataque y a la defensa presionante. Las nuestras cimentaron una renta próxima a la decena de puntos que ya fue inamovible para el resto del choque y que fue en aumento merced a muy buenas acciones de Nogaye Lo y Laura Quevedo, otra vez fundamental con sus triples.
Las nuestras acabaron con las mejores sensaciones y de nuevo sonrientes tras haber pasado uno de los sustos más grandes del campeonato. Pero, qué misterio tendrían los cuartos de final si fueran fáciles